El Presidente apuesta al “Colo” Santilli para calmar las aguas en un gabinete en llamas. Entre promesas vacías de diálogo y negociaciones que nadie cree sinceras, el Gobierno intenta recomponer la relación con las provincias mientras el país sigue sumido en la crisis y la desconfianza.
Después de una semana de idas y vueltas, Javier Milei oficializó a Diego Santilli como nuevo ministro del Interior. El nombramiento, publicado esta madrugada en el Boletín Oficial, marca un nuevo intento desesperado del Presidente por poner orden en una gestión que ya muestra signos de agotamiento y caos político.
El acto de jura será hoy a las 15 en la Casa Rosada, rodeado de familiares, funcionarios y viejos aliados del PRO. Entre ellos, Cristian Ritondo y otros dirigentes que hasta hace poco miraban con recelo al libertario. La foto servirá para mostrar una “unidad” que, en los hechos, todavía no existe.
Con un Gobierno enfrentado con los gobernadores y sin margen económico, Santilli llega como bombero a una administración incendiada. Su tarea será negociar el Presupuesto 2026 y las reformas laboral y tributaria que Milei quiere imponer a cualquier costo. Detrás del discurso del “diálogo”, lo que se cocina es un nuevo intento de disciplinar a las provincias y asegurar votos a fuerza de promesas y aprietes.
El “Colo” ya empezó a recorrer despachos y provincias, intentando tender puentes que el propio Milei se encargó de dinamitar con su estilo confrontativo. Pero el malestar crece: los gobernadores reclaman fondos, coparticipación y respeto institucional, mientras desde la Casa Rosada solo llegan gestos de soberbia y un relato que ya pocos compran.
Con Santilli en escena, el Presidente busca un poco de aire político. Pero en un país donde el malhumor social y la desconfianza marcan el pulso de cada día, la pregunta es si el nuevo ministro podrá apagar el fuego… o si terminará quemado como tantos otros.
