Un silencio obligado en la Capilla Sixtina: Becciu se autoexcluye del cónclave bajo la sombra de la corrupción

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En un gesto que mezcla obediencia papal y defensa de su propia reputación, el cardenal italiano Angelo Becciu, condenado por corrupción y protagonista de uno de los mayores escándalos financieros en la Santa Sede, decidió renunciar a su participación en el próximo cónclave, el encuentro donde se definirá quién será el sucesor de Francisco.

La renuncia no llega como una sorpresa absoluta. En 2020, el propio pontífice había apartado a Becciu de sus funciones cardenalicias y, tres años después, la Justicia vaticana lo convirtió en el primer purpurado juzgado y condenado penalmente dentro del microestado, con una pena de 5 años y 6 meses de prisión. Sin embargo, la exclusión del cónclave —instancia suprema del poder eclesiástico— abre una pregunta clave: ¿puede un cardenal caído en desgracia mantenerse dentro del corazón del poder espiritual de la Iglesia?

Becciu parece haber respondido por sí mismo. En una carta pública, aseguró que su decisión de no participar el 7 de mayo, cuando 134 religiosos votarán por el nuevo Papa, obedece a su deseo de “preservar la serenidad del proceso”. Lo hace, sin embargo, sin aceptar culpabilidad: “Permanezco convencido de mi inocencia”, declaró.

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La decisión se conoció luego de que el cardenal secretario de Estado, Pietro Parolin, exhibiera en una reunión de alto nivel documentos firmados por Francisco que confirmaban que Becciu ya no tenía autorización para votar, producto de su inhabilitación perpetua para ejercer funciones públicas en el Vaticano.

Aun así, Becciu insistió públicamente en que el Papa nunca le había pedido expresamente por escrito su exclusión del cónclave, ni retirado oficialmente sus derechos cardenalicios. Alegó incluso haber sido indultado en algún momento. Pero más allá de los tecnicismos, lo concreto es que su presencia habría desatado una tormenta institucional en medio de un proceso que la Iglesia busca preservar como símbolo de unidad.

El escándalo detrás del silencio

La causa judicial que sacudió los muros del Vaticano giró en torno a la compra irregular de un edificio de lujo en Londres, en el barrio de Chelsea, que implicó millones de euros mal gestionados por la Secretaría de Estado. Becciu, en ese momento alto funcionario del área, negó haber actuado con dolo.

Sin embargo, durante la investigación también surgieron transferencias de 125.000 euros a una ONG local en su Cerdeña natal, presidida por su propio hermano, en una trama que expuso no solo irregularidades financieras sino el uso personal de fondos eclesiásticos con fines dudosos.

A cinco años de que Francisco comenzara una cruzada interna contra la corrupción clerical, la renuncia de Becciu al cónclave puede leerse tanto como una victoria simbólica del pontífice, como también el reflejo de un equilibrio delicado: el de una Iglesia que intenta depurar su estructura sin dinamitar su base jerárquica.

La Capilla Sixtina lo verá ausente. Y aunque el cardenal caído insista en su inocencia, el daño institucional ya está hecho.

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