Villarruel rompe con el círculo íntimo de Milei y judicializa la interna de La Libertad Avanza

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La vicepresidenta denunció a figuras clave del mileísmo y expuso una feroz lucha por el poder dentro del oficialismo. Acusa hostigamiento para forzar su renuncia. La disputa ya llegó a los tribunales.

La guerra interna en el gobierno de Javier Milei escaló a niveles sin precedentes. La vicepresidenta Victoria Villarruel denunció penalmente a dos figuras centrales del círculo presidencial: Nicolás Márquez, biógrafo y operador ideológico del Presidente, y la diputada Lilia Lemoine, vocera informal del entorno de Karina y Javier Milei. La acusación incluye delitos graves, desde amenazas hasta incitación al odio institucional. En su presentación, Villarruel advierte que está siendo víctima de una campaña de hostigamiento político coordinado desde dentro del propio oficialismo.

La disputa en LLA: más que una interna, una lucha por el liderazgo alternativo

Desde hace meses, se acumulan señales de tensión creciente entre Milei y Villarruel. Lo que comenzó como diferencias sobre el manejo parlamentario y la moderación institucional, se transformó en una disputa por el alma ideológica y estratégica de La Libertad Avanza (LLA). Villarruel, que preside el Senado y representa un ala más institucionalista, acusa a los sectores libertarios duros de buscar su renuncia forzada.

La vicepresidenta sostiene que los ataques responden a su resistencia frente a ciertos excesos autoritarios del Ejecutivo y su voluntad de preservar la división de poderes. “Los ataques a mi persona importan una amenaza directa y descarnada al orden constitucional”, afirmó en su denuncia, que ya fue derivada a los juzgados de Sebastián Casanello.

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El trasfondo ideológico y el peso de las viejas alianzas

La denuncia formaliza una ruptura con antiguos aliados. Villarruel y Márquez compartieron espacios durante años: desde la agrupación Memoria Completa, que reivindicaba el terrorismo de Estado, hasta cenas privadas con referentes de la derecha nacionalista argentina, como Vicente Massot, José Martínez de Hoz (hijo), Juan Bautista Yofre y Agustín Laje.

Las fotos de aquel entorno ultraconservador —reveladas por Carlos Maslatón— demuestran que la relación entre los protagonistas venía de largo, aunque hoy los encuentra enfrentados en una guerra sin cuartel.

¿Una denuncia contra el mileísmo digital y su financiamiento?

Villarruel no solo apunta contra dirigentes políticos, sino también contra cuentas anónimas del ecosistema libertario en redes, como El Pubertario y El Trumpista, acusadas de hostigarla a ella y a su entorno familiar. También denunció a Francisco Javier García Negre, dueño de La Derecha Diario, por difundir teorías conspirativas sobre un supuesto intento de golpe de Estado liderado por ella junto a militares retirados.

En el fondo, la vicepresidenta plantea una pregunta inquietante: ¿estas campañas son financiadas con recursos del Estado? Aunque no lo dice de manera directa, sugiere que hay estructuras de poder y fondos públicos utilizados para acorralarla políticamente.

Milei, Laje y la Fundación Faro: poder paralelo y alineamiento ideológico

El mismo día en que se conocieron las denuncias, el Presidente encabezó un acto de la Fundación Faro, presidida por Agustín Laje, y celebró su rol como faro ideológico de su administración. En primera fila, aplaudía Lemoine, una de las señaladas por Villarruel. El evento funcionó como demostración de fuerza del ala más dura del mileísmo, que busca consolidar un relato sin fisuras internas.

El contraste es evidente: mientras Villarruel se apoya en el andamiaje institucional del Senado, el presidente fortalece su red de tanques de pensamiento, influencers y operadores digitales para definir el rumbo ideológico del gobierno.

Conclusión: una vicepresidencia sitiada

Victoria Villarruel denuncia no solo una persecución personal, sino un intento deliberado de debilitar al Senado como contrapoder. Asegura que los ataques exceden la crítica política legítima y se transforman en una estrategia de disciplinamiento interno.

Este episodio revela una fractura profunda en el oficialismo, donde el verticalismo presidencial convive mal con cualquier disidencia, incluso cuando viene desde la vicepresidencia. Con los tribunales de Comodoro Py como nuevo campo de batalla, la interna de La Libertad Avanza se volvió pública, virulenta y, posiblemente, irreversible.

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