Aunque públicamente se mostraban escépticos, los miembros de la familia real británica han tenido una larga y discreta relación con lo paranormal. El príncipe Enrique lo contó en su autobiografía: buscó a una médium para comunicarse con su madre, Lady Di. Pero décadas antes, en 1953, la propia reina Isabel II asistió a una sesión espiritista para despedir al rey Jorge VI, su padre fallecido.
La escena ocurrió en Sandringham, donde el personal real afirmaba que en la habitación donde había muerto el monarca se sentían “presencias” y fenómenos extraños. La Reina Madre, preocupada, convocó a un párroco para que realizara una ceremonia de “limpieza espiritual” a la que asistieron Isabel y su dama de compañía. Según los registros, se tomaron la comunión y se pronunciaron oraciones especiales para liberar al espíritu.
El episodio, recordado ahora por el biógrafo Robert Hardman en el podcast Queens, Kings and Dastardly Things, no fue un hecho aislado. El interés de los royals por lo esotérico tiene larga historia: desde las sesiones privadas de la médium Lilian Bailey con Isabel II y el príncipe Felipe, hasta las visiones del rey Carlos III y la reina Camila en distintas propiedades embrujadas de la familia.
Castillos centenarios, fantasmas ilustres y relatos que se transmiten entre generaciones: lo sobrenatural sigue muy presente en la historia de la realeza británica.