Represión frente al Congreso: el Gobierno volvió a cargar contra jubilados que pedían vivir con dignidad

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Nuevo miércoles de violencia en el centro porteño.
La Policía Federal reprimió a jubilados y manifestantes que reclamaban mejoras en sus haberes frente al Congreso. Hubo detenidos, heridos y un fuerte operativo de Infantería. Entre los demorados, el padre Paco Olveira, referente social y crítico del Gobierno de Javier Milei.

Una vez más, el centro porteño fue escenario de violencia. Jubilados golpeados, gases, empujones y un operativo policial desmedido marcaron la jornada frente al Congreso.
La marcha, que se desarrollaba de forma pacífica para reclamar un aumento en las jubilaciones, terminó en un nuevo enfrentamiento entre manifestantes y efectivos de la Policía Federal, que actuaron bajo el protocolo antipiquete impuesto por el Gobierno de Javier Milei.

Según testigos, la tensión comenzó cuando los manifestantes —en su mayoría adultos mayores y referentes sociales— intentaron avanzar por la calle. En ese momento, la policía formó un cordón y comenzaron los empujones.

En medio del caos, fue detenido el padre Paco Olveira, sacerdote que desde hace meses acompaña a los jubilados en su reclamo contra el hambre y el ajuste.
“Solo veníamos a orar”, denunció uno de los pastores que participó del encuentro.

Las imágenes televisivas fueron contundentes: adultos mayores heridos, golpeados y llorando frente a las vallas que rodean el Congreso.
Son unos animales”, gritó una mujer cuando la Infantería avanzó con escudos sobre los jubilados.
El operativo incluyó un fuerte vallado para impedir que los manifestantes llegaran hasta la avenida Entre Ríos.

Mientras el oficialismo celebra sus “reformas históricas”, la realidad de los jubilados se hunde cada vez más.
Con una mínima de apenas $333.058,39 y un bono de $70.000 que no alcanza ni para cubrir la mitad de la canasta básica, miles de abuelos sobreviven por debajo de la línea de pobreza.

La represión de este miércoles no fue un hecho aislado.
Forma parte de un clima de tensión creciente en el país, donde las protestas sociales son respondidas con palos y gases, y las voces críticas son acalladas bajo el discurso del “orden”.

El Gobierno insiste en aplicar mano dura, mientras los jubilados siguen pagando los platos rotos del ajuste.
La escena frente al Congreso volvió a exponer la grieta más dolorosa de la Argentina actual:
un país que golpea a sus abuelos en lugar de escucharlos.

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