El Indec informó que la inflación de octubre fue del 2,3% y acumula un 31,3% en los últimos doce meses. Mientras Milei y Caputo celebran “la desaceleración”, los argentinos siguen ajustando el cinturón: suben los alimentos, el transporte y los servicios básicos.
El Gobierno volvió a sacar pecho por un número que no tiene nada que festejar. Según el Indec, la inflación de octubre fue del 2,3%, apenas 0,2 puntos más que en septiembre. En lo que va del año, los precios subieron un 24,8%, y en los últimos doce meses el alza ya trepó al 31,3%.
Detrás de los porcentajes fríos, la realidad quema: los alimentos subieron 2,3%, el transporte 3,5% y los servicios esenciales como la luz, el gas y el agua aumentaron casi un 3%. Todo esto en un país donde el salario promedio no cubre la canasta básica y donde cada visita al supermercado es una pesadilla.
Mientras tanto, el ministro Caputo celebró el dato como un “éxito del orden fiscal y monetario”. Desde su despacho, habló de “la inflación más baja desde 2018” y de un “proceso de desinflación sostenido”. Afuera, en la calle, la gente cuenta las monedas para llegar al día 15.
El presidente Milei, fiel a su estilo, aseguró que “para agosto del año que viene la inflación será cero”. La frase suena a burla en medio de un país donde el transporte público no para de aumentar, las tarifas se disparan y los precios cambian cada semana.
El Gobierno vende estabilidad mientras la mesa de los argentinos se vacía. Los números pueden maquillar la realidad, pero no esconden lo evidente: el costo de vida sigue subiendo, y el modelo libertario golpea con fuerza a quienes menos tienen.