Las consecuencias del nacionalismo económico de Donald Trump ya se hacen sentir con fuerza en los mercados globales. Apenas minutos después de que China respondiera con un arancel del 84% a productos estadounidenses, el precio del petróleo Brent se desplomó más de un 6%, cayendo por debajo de los 60 dólares por barril, su nivel más bajo desde 2021.
La política de escalada arancelaria promovida por Trump, presentada como una defensa de la industria nacional, ha derivado en un conflicto comercial de alto voltaje con China, cuyas represalias han desatado una ola de inestabilidad. Desde que el presidente estadounidense anunció su paquete arancelario hace una semana, el crudo Brent ha perdido más del 21% de su valor. Lejos de proteger a los trabajadores estadounidenses, la guerra comercial amenaza con arrastrar a la economía global hacia una recesión profunda.
Las advertencias no tardaron en llegar. El Banco de Inglaterra lanzó un comunicado señalando que los aranceles impuestos por EE.UU. están deteriorando gravemente el entorno financiero internacional, aumentando la incertidumbre y los riesgos sistémicos. Según el Comité de Política Financiera británico, esta política “puede perjudicar la estabilidad financiera al deprimir el crecimiento” y elevar la probabilidad de crisis severas.
Mientras Trump insiste en presentarse como un líder fuerte en lo económico, los datos muestran un escenario opuesto: mercados sacudidos, sectores estratégicos en tensión y una creciente desconfianza global ante las decisiones de la Casa Blanca. Las consecuencias de una diplomacia basada en la confrontación económica empiezan a sentirse en los bolsillos del mundo entero.
