La última fotografía capturada por el fotoperiodista Pablo Grillo momentos antes de recibir el ataque revela astillas volando desde un madero en llamas y una marca visible en la madera generada por el cartucho de gas lacrimógeno que le impactó en la cabeza durante la represión del 12 de marzo frente al Congreso, denunciaron la fotoperiodista e investigadora Cora Gamarnik y medios argentinos.
Según Gamarnik, la cámara de Grillo disparó involuntariamente por la fuerza del impacto, captando la escena en que “la granada de gas lacrimógeno ya impactó sobre su cabeza y rompió su cráneo. Pablo quedó tendido en el asfalto”. Añadió que la desviación provocada por el momento de la explosión desvió el cartucho, posiblemente salvándole la vida.
Una imagen anterior —la anteúltima foto— mostraba el fuego, el cordón de gendarmes y el Congreso al fondo. Gamarnik explicó que Grillo parecía intentar transmitir visualmente que “la democracia está amenazada, en peligro”. Esa foto fue captada voluntariamente por el fotógrafo antes del ataque, en contraste con la última que fue producto del impacto.
El pasado 3 de junio Grillo recibió el alta luego de pasar tres meses de internación en el Hospital Ramos Mejía donde los profesionales de la salud le salvaron la vida. El joven de 35 años continúa su recuperación en el Hospital de Rehabilitación Manuel Rocca.
Si todo continua de forma favorable, en dos meses deberá retornar al Ramos Mejía para una segunda cirugía en la que le colocarán una prótesis.
La familia, su entorno y compañeros de prensa reclamaron justicia. Señalan directamente a la cúpula de Gendarmería, a la ministra Patricia Bullrich y al presidente Javier Milei como responsables, exigiendo que se avance con la investigación y se responsabilice a los que dieron las órdenes. Por su parte, la defensa oficial se escuda en que el disparo fue accidental, argumento que enfrentan con las evidencias fotográficas y testimoniales recopiladas.
